domingo, 22 de noviembre de 2009

la delincuencia en trujillo

TRUJILLO, ¿CUNA DEL HAMPA?
En muchos trujillanos causó imdignación ver el reportaje propalado en el programa Enemigos Íntimos de Frecuencia Latina, denominado “Trujillo: Cuna del hampa”, en la que se muestra la triste e infausta realidad social que le está tocando vivir a nuestra ciudad, que lo podemos resumir en dos aspectos:
El incesante incremento de la delincuencia.
La desidia de las autoridades policiales, principalmente, y también políticas, civiles y otras.
EL PROBLEMA
Hace ya algunos años un reportaje describía el modus operandi de algunas “organizaciones” criminales que se estaban consolidando en nuestra ciudad y lo presentaron como algo novedoso, por tratarse de EXTORSIÓN mediante el cobro de cupos a los propietarios de vehículos para, incriblemente, dejarlos operar, es decir trabajar. Esta modalidad delictiva fue ampliada, posteriormente, a la ciudad de Chiclayo, donde incluso cobró víctimas mortales, en una clara muestra de expansión territorial del crimen. Recordemos los diversos stickers que aun lucen las unidades vehiculares y que representan el dominio y oprobio que ejercen estas bandas delictivas sobre nuestra ciudad. También las notas y llamadas que llegan a las casas con el mismo fin de extorsión y bajo la amenaza de atentar contra nuestros familiares, en especial nuestros padres e hijos.
Muchos de nosotros recordaremos con bastante nostalgia los calificativos de “Ciudad jardín”, “Capital de la Cultura”, “Segunda ciudad del Perú” (luego de la centralista Lima), entre otros, con que se conocía a Trujillo y que nos hacía vivir orgullosos. Incluso estos epítetos lucían en carteles y pancartas que colgaban de imponentes edificios y de las cisternas y camiones recolectores que poseía la comuna, para la limpieza y embellecimiento de nuestra ciudad.
En la actualidad encontramos a Trujillo situado en un lugar muy distante de lo descrito en el párrafo anterior. Por el contrario, los males se incrementan y, parecería que la ciudadanía está condenada a convivir con ellos, cual designio malévolo y terrorífico, con el consiguiente retraso en el desarrollo social, cultural y económico de la población trujillana. Paradójicamente en nuestro departamento se han incrementado las actividades agroindustriales, mineras, portuarias y comerciales, lo que debería reflejarse en mayores beneficios para la ciudadanía; sin embargo, lamentablemente, el accionar de estas organizaciones criminales nos apartan del logro de estas metas.
LAS CAUSAS
No necesitamos hacer mucho esfuerzo para listar la gran cantidad de causas que se pueden atribuir al problema descrito:
“La desidia de las autoridades”.
En el reportaje que hemos mencionado se puede ver la actitud de un dizque general de la PNP quien respondía al periodista que “… la delincuencia está bajo control”, “… el número de bandas se ha reducido de 50 a solamente 4”; y también las respuestas de un “Ministro del Interior” (ex mando regional y por lo tanto conocedor de la realidad), quien ante la falta de valentía para enfrentar el problema que se le dibujaba con muchas evidencias sólo atinaba a reprocharle al periodista su falta de tino por supuestas preguntas sesgadas y endosarle el problema a su colega el Ministro de Justicia, en su condición de mandamás del INPE.
Al término del reportaje y luego de unos instantes de recuperación vale preguntarse:
- ¿Qué hemos hecho los trujillanos para merecer este tipo de autoridades policiales?
- ¿Qué actitud hubieran tomado los arequipeños si esto sucedía en su ciudad?
- ¿Dónde están y qué hacen las demás autoridades electas o designadas?
- ¿Qué hace la población civil?
Es complicado encontrar respuesta a estas interrogantes, que parecían una sesión de auto flagelación, más aun si en cada intento llegan a nuestra mente los recuerdos de diversas noticias que me llegaron por medios escritos y televisivos ya sea durante los días que estoy en Trujillo o fuera de él, en los últimos años.
La experiencia nos ha enseñado que ante una situación que nos perjudica debemos describir el problema y definir su(s) causa(s), para luego plantearnos la pregunta inevitable del:
¿QUÉ HACER?
Cada uno es capaz de formular sus propias estrategias para acabar con este problema; una de las principales es exigir la designación de autoridades policiales que cumplan el rol que tienen definido, esto implica que el Poder Ejecutivo designe a un Ministro del Interior con capacidad y valentía para enfrentar este problema, que el Jefe Regional de la PNP tenga capacidad para convocar a las organizaciones civiles y a la ciudadanía y para dirigir a su comando en las operaciones que permitan afrontar el accionar de las organizaciones criminales.
Esta y otras acciones deben tomarse en el corto plazo y deben contar con el apoyo incondicional de todas las organizaciones civiles, llámense gremios empresariales, colegios profesionales, medios de comunicación, asociaciones de toda índole; del Gobierno Regional, de los Gobiernos Locales, tanto de provincias como de los distritos; entre otras.
También deben formularse acciones concretas como:
1. Construcción de un centro penitenciario en alguna provincia del interior del departamento, para evitar las comunicaciones de los cabecillas que están internados en la cárcel de El Milagro con sus congéneres que aun están libres y son los operadores de la actividad criminal.
2. El periodismo y las organizaciones defensoras de los derechos ciudadanos deben hacer una investigación decidida acerca de lo que sucede tanto en la PNP como en el Poder Judicial y el Ministerio Público, para determinar porqué los capturados son prontamente puestos en libertad, a pesar de las evidencias encontradas, como muchas veces se ha pregonado en los medios de comunicación. Es cierto que esto sucede no solamente en Trujillo sino en todo el país, pero ¿porqué debemos callarnos y consolarnos con un mal de todos?
Todos nosotros debemos, pues, adoptar una posición clara y decidida para enfrentar a esta lacra social que cada vez está ganando más terreno en Trujillo; no hacerlo sería condenar a nuestra ciudad a convivir con la corrosiva acción delincuencial, en desmedro de las futuras generaciones.
Si ya Trujillo no es más la “Ciudad jardín” o “Capital de la Cultura” o “Segunda ciudad del Perú” como lo era algunas décadas, no permitamos que se sigan cayendo los pergaminos que aun ostenta, pues de lo contrario pronto dejará de ser la “Capital de la primavera” o “Capital de la marinera”, con el consiguiente perjuicio social y económico que todos sabemos ocasiona la delincuencia; mas por el contrario, debemos trabajar para recuperar los pergaminos perdidos.
Convoquemos a las organizaciones a las que pertenecemos, inculquemos el respeto a la civilidad, realcemos nuestra autoestima y la de nuestros familiares, principalmente de padres e hijos, que son los menos protegidos.

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